Pensar y hacer radio comunitaria y pública desde América Latina

Entre el 19 y el 26 de enero de este año se llevó a cabo el encuentro Re/Sonar, organizado por la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales, donde participaron 16 especialistas en la materia de México, Chile, Argentina y Colombia, entre ellos el co-investigador en #RegulaciónConvergente, Javier García.

A continuación compartimos su ponencia en el encuentro:

Chile tiene unas 500 concesiones de radio comunitaria y se dieron en dos etapas. Se dieron en una primera etapa, con la ley del año 94, y luego a partir del año 2010, en una segunda etapa.

Lo cierto es que la gran parte de radios comunitarias son del primer período. Es decir, ha habido un crecimiento, pero menos de un 40% de las radios actuales han nacido a partir de la nueva ley.

Hubo una desaparición de radios de mínima cobertura que no cumplían el requisito porque eran empresas. Y luego, efectivamente, otra de las cuestiones es que la falta de definición ha hecho que esto sea como una especie de cajón de sastre. Dentro de las radios comunitarias hay una mezcla de colectivos sociales.

Hay un porcentaje muy amplio y de difícil determinación, pero en cualquier caso es mayor a un 20%, de radios religiosas o de concesionarios que son iglesias. Y en muchos de esos casos esas radios tienen fines proselitistas.

Esto no es una crítica porque los pioneros de la radio comunitaria en Latinoamérica fueron entidades religiosas, pero en este caso nos estamos refiriendo, a veces, a pequeñas iglesias evangélicas que han utilizado la vía de la radio comunitaria como una forma de proselitismo. Ahí el inconveniente es que hay una desnaturalización de lo que es la figura de los medios comunitarios y este fenómeno se ha dado en toda Latinoamérica.

Hay un reconocimiento, pero a la hora de materializarlo, efectivamente hay deficiencias. Una de estas es que las instituciones no saben diferenciar radios comunitarias de las que no son comunitarias. Entonces, al final se acaba utilizando como una vía de acceso.

Quien no consigue una radio comercial, utiliza esta vía. O si alguien no consigue, digamos una iglesia, como no hay una figura de radio religiosa, pues se ocupa esta figura. Al ver el gráfico (imagen en la siguiente página), uno dice qué buenas cifras tiene Chile. Pero claro, no podemos comparar una concesión de radio comunitaria de 5, de 20 watts, con las concesiones de las radios comerciales de 200, 500 o 10.000 watts. Esa es una primera alerta que hay que hacer.

Ya vemos que en el número de concesiones no ha habido un aumento. Desde la ley del 2010 se ha mantenido, es decir, se siguen otorgando más concesiones de radio comercial que de radio comunitaria.

Esto, teniendo en cuenta que en Chile no hay radio pública, es un aspecto bien significativo, porque la radio comunitaria ha sido la que ha aportado mucho pluralismo, pero lo ha hecho desde la radio local, desde una radio muy precaria, desde una radio que no tiene esos recursos. Entonces no puede competir con otras emisoras, no puede tener la misma programación, no puede tener los informativos.

Y algunas de estas radios, a pesar de este hecho, consiguen buena sintonía, porque dan unos contenidos que el resto de radios no da, porque hablan de lo local. El aporte a la comunicación local de los medios comunitarios en Chile ha sido relevante, pero desde una precariedad muy manifiesta. Y tengo que decir que no ha habido hasta el momento ningún cambio en radiodifusión, pero sí en televisión. ¿Qué ocurrió en televisión?

Teníamos un panorama peor aún, porque hay muy pocas televisiones comunitarias. Hay cinco concesiones de televisión comunitaria. No se convocaban concursos, se convocaron en 2018.

Luego, en 2020, se convocaron y no se presentó nadie. Entonces hicimos esta alerta y planteamos algo con respecto a la televisión. La televisión comunitaria tiene una normativa distinta a la radiodifusión y es mejor que la de la radiodifusión.

Les permiten tener publicidad, no les limitan la cobertura. ¿Y luego qué ha pasado? Tienen un organismo distinto. El caso de la televisión no depende del de un organismo del Gobierno, sino que depende del Consejo Nacional de Televisión.

En 2018 tuvieron un presidente en el Consejo qué tomó como prioridad a los medios comunitarios y por eso se otorgaron concesiones. Cuando ese presidente cambió, dejaron de haber concesiones para televisión comunitaria. Bueno, pues les tengo que dar la buena noticia que hace apenas una semana el CNTV anunció ocho nuevas concesiones. Sigue siendo una cifra marginal, pero la buena noticia es el trabajo asociativo de la Asociación de Canales Comunitarios.

El hecho de poder evidenciar estas falencias sirvió para que el organismo se tomara en serio el trabajo y dijera “oiga, esto no está funcionando, vamos a juntarnos con la asociación, vamos a ver qué podemos mejorar, vamos a acompañar los procesos”.

No ha habido un cambio normativo, ni en los concursos. Lo que ha mejorado es el acompañamiento del regulador. El Consejo Nacional de Televisión empezó a tener reuniones con esta asociación y gracias a eso se acompañaron procesos y lograron mejorar las concesiones. Eso es importante.

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Javier García es Doctor en Derecho, académico de la Universidad de Las Américas, integrante del Observatorio del Derecho a la Comunicación (ODC) e investigador del Observatorio Latinoamericano de Regulación, Medios y Convergencia (OBSERVACOM). Especialista en materias de regulación y legislación de medios comunitarios.

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Texto original en Informe Encuentro RE/SONAR, marzo de 2024.

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